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Tras polémica por “guetos verticales”, inmobiliarias definen marco de autorregulación

Marco Gutiérrez V.
Economía y Negocios
El Mercurio

Gremio de desarrolladores inmobiliarios acordó que las empresas deben fomentar la participación ciudadana en la gestación de los proyectos, transparentar los plazos de construcción y el impacto de las obras en el entorno, además de aportar al mejoramiento del espacio público, entre otros aspectos.

Un muro gigante de 30 niveles de altura generado por un edificio de departamentos ubicado al final de una pequeña calle sin salida y muy cerca de casas de un piso.

Esa imagen real de un barrio en Estación Central incomodó al sector inmobiliario en abril pasado, especialmente porque estuvo relacionada a las críticas del intendente metropolitano, Claudio Orrego, quien cuestionó ese tipo de construcciones de alta densidad y las llamó “guetos verticales”, lo que derivó en un posterior debate público entre expertos del sector y autoridades por las deficiencias para edificar en la ciudad.

De ese polémico episodio, el rubro inmobiliario tomó nota y luego de unos meses decidió actuar de manera enérgica, ya que “en aquella discusión no tomamos una posición clara y no se salió a comunicar. Hoy no está el horno para posturas tibias”, afirma Mauricio Varela Labbé (44 años), actual gerente general corporativo de Empresas Socovesa, quien con 21 años trabajando en el sector asumió, en junio pasado, la presidencia de la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI), gremio que agrupa a unas 35 importantes firmas de esta industria, la que este año comercializaría más de US$ 4 mil millones en viviendas solo en la Región Metropolitana.

Varela reemplazó en ese cargo a Cristián Hartwig, empresario y ex timonel de esa misma compañía, quien hoy invierte junto a Besalco.

Medidas concretas

En su primera entrevista como presidente de la ADI, este ingeniero comercial de la Universidad Católica y MBA en administración de empresas de la Universidad de Nueva York, asegura que justo asumió el cargo cuando las empresas de la asociación acordaron facultar al gremio para que el concepto “desarrollo sostenible de la ciudad” fuera uno de sus principales ejes de acción. Esto, además, impulsado por un presidente joven, en línea con lo que ocurre en otras organizaciones gremiales.

Para avanzar en esa dirección, los desarrolladores inmobiliarios definieron un marco de autorregulación de seis puntos para que los proyectos “no solo sean legales, sino también legítimos”, sostiene Varela al mencionar el principal punto del plan.

Una medida concreta que se plantean las empresas es ajustar o moderar las alturas y densidades de sus construcciones, evitando los 30 pisos, aunque los planes reguladores comunales permitan levantar megaedificaciones.

Otra de las reglas es la “transparencia total”, que apunta a que la información de los proyectos sea accesible al público -en particular a los vecinos-, se indique el tiempo que durará la construcción, sus impactos y los aspectos físicos de la obra. También prevén fomentar la participación ciudadana en la fase de gestación de las iniciativas, lo que va unido a “aprender a insertar las construcciones en el entorno, con mejor diseño urbano e innovaciones en los productos”, añade Varela.

El aporte proporcional al mejoramiento del espacio público es otra materia que destaca la ADI en este marco regulatorio interno. Todo este pretende ser un complemento a la regulación existente que aplican diversos organismos estatales.

Construcción sustentable sin escalada de precios

El gremio pretende que estas prácticas de autorregulación sean habituales entre las inmobiliarias y que “los socios vayan teniendo un sello como desarrolladores, con una visión más sustentable”, indica Varela. “Las empresas modernas deben tener una mirada que no solo considere la rentabilidad como variable a optimizar”, añade.

La apuesta por la densificación equilibrada que busca el sector se espera lograr sin que repercuta en aumentos de precios relevantes de las viviendas. “Si se decide no construir nada más, los valores se van a las nubes. Hay que evitar que precios prohibitivos terminen expulsando a la clase media de la ciudad, fuera del anillo de Américo Vespucio”, comenta Varela.

El nuevo presidente de las inmobiliarias asegura que estas iniciativas no han tenido oposición al interior del gremio y dice que son respaldadas fuertemente, en particular por las nuevas generaciones al interior de las empresas.

Si bien existe un marco ético interno, la ADI no tiene aún una instancia que decida las sanciones para los “malos” comportamientos de las compañías. Por ello, la entidad acordó trabajar en la estructuración de un comité de ética que defina los procedimientos y castigos en situaciones conflictivas.

El gremio también trabajará con universidades o expertos en urbanismo para definir una postura técnica respecto del modelo de ciudad ideal para Chile, la cual será entregada a autoridades y candidatos presidenciales. Esto considerará experiencias internacionales que ha conocido el organismo en recientes viajes de delegaciones de empresarios del rubro a China, Londres, Alemania, Canadá y EE.UU. (Miami).